Para esta tercera sesión abordaremos de la pregunta 7 (página 16) a la 19 (página 24).
Una de las cuestiones que se viene planteando en el Grupo es por qué estamos siguiendo el YOUCAT, en lugar de haber optado por otros métodos o alternativas distintas. En el fondo cualquier método hubiera sido bueno, la cuestión era dedicar algún rato al estudio y a la reflexión, en lugar de a la televisión o a la cháchara sin fundamento ni sustancia. No es que estén mal cualquiera de las dos actividades –ver la tele y la cháchara-, pero estimamos que también está bien, al menos en el seno de una hermandad, dedicar un poquito de nuestro tiempo a conversar sobre religión, sobre Dios, sobre nuestra fe, y, en fin, sobre aquello que estamos seguro que nos mueve a todos, más o menos, por igual. El Calvario es el común denominador y nuestra principal seña de identidad.
Hemos elegido un método que nos permite dialogar al mismo nivel, no hay “clases” magistrales, ni nadie que sepa más que otro. Eso tiene sus inconvenientes, pero también sus ventajas.La autosuficiencia es difícil, pero sugestiva. Aprendemos no sólo de lo que leemos, para eso es fundamental el texto del YOUCAT (el Catecismo oficial de nuestra Iglesia), así como sus numerosas citas bíblicas, la tradición de la Iglesia… Sino que también aprendemos de lo que escuchamos los unos de los otros. Nuestras edades y experiencias distintas de la vida nos enriquecen, nos aportan diferentes puntos de vista, ninguno mejor que otro, sino distintos. La cuestión es sumar.Cuando vivimos una época donde los curas son un bien escaso, los laicos debemos dar un paso adelante en nuestra formación y, a veces, a solas.
Al fin y al cabo, nos avala tanto las palabras de Benedicto XVI, como las muchas experiencias de trabajo en grupo de tantos y tantos cristianos, de múltiples edades y de muy diversos lugares de la geografía mundial.